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DEVOCIONALES

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Reacciones extremas

Duración 369 días

Reacciones extremas
"... Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue" (Juan 8:51-59).
Lecturas adicionales: Juan 14:26; 15:26; 16:9-11, 13-15; Colosenses 1:16-17.

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Las excusas para no seguir a Jesús siempre terminan en religiosidad: "¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?" (v. 53).

La apelación de Jesús continúa en dos áreas: Primero es la profética: "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó". Toda la profecía apunta siempre a Cristo. Cuando la profecía apunta a fines personales, a exaltar un sistema religioso, estratégico, o a una persona, es una herejía.

Hoy el oficio del Espíritu Santo es exaltar a Cristo y sus enseñanzas (Juan 14:26; 15:26).

En segundo lugar, Jesús apela a su testimonio personal como base para sus argumentos.

Jesús está seguro, en lo más íntimo de su ser, que tiene una relación santa, íntima e ininterrumpida con su Padre. Su vida, sus acciones, sus palabras, todo su ser es un reflejo del Padre: "Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica… le conozco, y guardo su palabra" (vv. 54-55).

Estos dos argumentos no pueden ser refutados. Entonces, a los fariseos les queda sólo una acción, ¡deshacerse de Jesús! La reacción más extrema: "Tomaron entonces piedras para arrojárselas".

La siguiente frase es increíble: PERO, “Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”. Nadie puede controlar a Jesús. Jesús no está a expensas del destino o de los caprichos de las personas. Él es quien sostiene todo lo que hay. Él es el dueño del destino. ¡Él tiene siempre la última palabra!
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