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DEVOCIONALES

Anuncio público
“Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS...” (Leer Juan 19:19-22).
Lecturas adicionales: Salmos 69:26; 76:10-11; Hechos 26:9-10; Filipenses 1:17-18.

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Pilato sin saberlo dio el anuncio universal de quién es Jesús: “Jesús... Rey”.

Pilato da este anuncio en los tres idiomas más hablados para el público de ese siglo: (1) “Hebreo”, para los eruditos y los nacionales educados; (2) “griego”, el idioma del pueblo; (3) “latín”, el idioma oficial del Imperio Romano.

“Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad”. Jesús estaba a la vista de todos. Su sacrificio fue público y era un anuncio público: “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”.

“Lo que he escrito, he escrito”. Pilato es contundente, y en cierto sentido afirma el poder de lo que se dice y de lo que se escribe. Una vez que se hace, no hay manera de echarse atrás, de allí el cuidado que debemos tener de todo lo que decimos o presentamos públicamente.

Apocalipsis 3:5 habla de otro tipo de escrito: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. El que escribe aquí es Dios. El contenido de lo que se escribe es mi nombre. ¡Qué promesa! ¡Qué honor!

¿De qué entonces debemos estar orgullosos? ¿De nuestro ministerio? ¿De nuestros dones espirituales? ¿De nuestro éxito ministerial? ¿De nuestros logros académicos? (todo esto es bueno y lícito si se usa para el Reino). La frase de Pilato “Lo que he escrito, he escrito”, nos invita a preguntarnos: ¿Qué ha escrito Dios sobre nosotros? “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20).
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