Devocional diario

Milagro de milagros

“Y estaban allí seis tinajas… Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:6-11).

Lecturas adicionales: Éxodo 7:3; Daniel 6:27; Mateo 11:20-21, 25-30; Hechos 2:43.

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Un milagro es la interrupción de las leyes naturales, dando como resultado acontecimientos imposibles de explicar, por lo tanto, atribuidos a alguien con poder sobre las fuerzas de la naturaleza.

Hay milagros que provienen de Dios. Otros no provienen de Dios (“Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto”, Éxodo 8:7).

El propósito de los milagros es apuntar o señalar hacia Dios para que creamos en Él y para que Él reciba toda la gloria. Los milagros nos dejan en un estado de asombro, considerando la grandeza de nuestro Dios.

Sin embargo, no siempre los milagros de Dios guían a que alguien crea. Es curioso que en la visita de Jesús a Nazaret, el pueblo donde Él se crió, Marcos nos dice: “Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos” (Marcos 6:5).

Jesús sí sanó a unos pocos enfermos, es decir hubo milagros físicos, pero, “¡no hubo ningún milagro!” Pues el milagro de milagros es el cambio que Jesús hace en la condición de una persona. Él la transforma, cambia su mentalidad, la convierte en una nueva criatura. El milagro de milagro es creer que Jesús es Dios todopoderoso y puede cambiarme radicalmente.

¡Gracias a Dios por los milagros! Pero no permitamos que nuestra atención se concentre en los milagros. ¡Concentrémonos en Jesús, en sus enseñanzas, en su amor y en el ejemplo que nos dio y en fortalecer mi relación con él día a día!