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DEVOCIONALES

¡Se busca!
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23).
Lecturas adicionales: Génesis 22:5-9; Salmos 147:11; Nehemías 8:6; 1 Pedro 2:9.

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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La palabra adorar griego es proskuneo. Tiene dos partes: son las acciones de un perrito ante su amo amoroso.

Adorar es postrarse en reverencia ante un superior o alguien que nos ha conquistado por su amor. Jesús dice que “el Padre tales adoradores busca que le adoren”.

Estábamos perdidos sin rumbo y dirección; muertos en delitos y pecados. No teníamos ni la más mínima esperanza, ni alguien que nos pudiera encontrar y mucho menos resucitar de la muerte espiritual. ¡PERO Dios nos encontró! Él nos rescató, dio nueva vida, limpió, llenó de Él mismo, encaminó a través de la verdad a la vida verdadera y nos equipa para servirle. ¿Qué más podemos pedir? ¿Cómo podemos responder ante un amor tan extravagante?

Cuando entendemos quién es Dios y quiénes somos nosotros, entonces nos asombramos de que el Creador, el Gobernador del universo, el Todopoderoso, aun se hubiese fijado en nosotros. Nos damos cuenta de que Él es todo y que nosotros no somos nada. Aún así nos encontró y consintió. ¿Cómo podemos responder ante un amor tan extravagante?

La única respuesta ante tal amor es la adoración. Postrarnos en amor ante Él las veinticuatro horas al día, los trescientos sesenta y cinco días del año, rendirle nuestro amor y culto incondicional.

Esto es más que sentimientos o expresiones externas, aunque éstos no están excluidos. Es adorarlo, en un rendimiento absoluto a toda su voluntad para nosotros.

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