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DEVOCIONALES

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Increíble incredulidad

Duración 369 días

Increíble incredulidad
“Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?... Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?...” (Juan 12:34-40).
Lecturas adicionales: Isaías 53:7-9; Daniel 7:13-14; Mateo 16:16; 26:62-64.

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La frase que llama la atención es: “¿Quién es este Hijo del Hombre?” El asunto de creer se centra en quién es Jesús.

En la frase anterior dice la gente “no podían creer”, en Jesús pues el Cristo “permanece para siempre”. Cristo significa liberador. Ellos no podían concebir un Libertador que sufre, muere, y “que el Hijo del Hombre sea levantado”.

El concepto “Hijo del Hombre” con el cual se autodenomina Jesús, proviene de dos pasajes principales de las Escrituras; de Isaías 53 y de Daniel 7. En uno se profetiza al “Hijo sufriente” y en el otro al “Hijo del Hombre” con poder que describe Daniel 7.

Cuando Jesús está haciendo milagros, y tiene “fama” durante su ministerio, usa el título “Hijo del Hombre”. Cuando está en su punto más bajo, deshecho, maltratado, el sumo sacerdote le pregunta si es el Cristo, y Jesús lo confirma. La gente no cree porque no conoce las Escrituras.

El que no lee, estudia y escudriña y pone en práctica la Escritura está destinado a perderse: "Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane" (vv. 39-40).

Por otro lado, Jesús les dice: "Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz" (vv. 35-36). Hay seguridad cuando aceptamos la luz de la palabra de Dios y cuando la aplicamos a nuestra vida.
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