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DEVOCIONALES

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Ya tengo mi ranchito asegurado en la ciudad celestial

Duración 369 días

Ya tengo mi ranchito asegurado en la ciudad celestial
"En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros" (Juan 14:2).
Lecturas adicionales: Lucas 22:28-30; 2 Corintios 5:1-2; Efesios 2:6; Hebreos 11:13-16.

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Ante la incredulidad y la preocupación de los discípulos, y expresada específicamente por Tomás, Jesús les ofrece seguridad: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Él asegura que “en la casa de mi Padre muchas moradas hay”. ¡Hay espacio para todos! ¡Hay espacio para mí!

La palabra “morada” significa residencia permanente. Es curioso que en el v. 23 Jesús menciona la preparación de morada para Él y para el Padre a través de la obra del Espíritu Santo. Dios quiere ser residente y presidente de sus moradas terrenales, ¡NOSOTROS!: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.

Sí, menciona una morada para la eternidad. Pero la eternidad comienza hoy. Hoy Él prepara nuestro corazón para que moremos allí en su presencia.

La seguridad de la promesa de nuestra morada celestial, “la casa de mi Padre”, depende de que creamos en Dios y en Cristo (14:1).

La seguridad de la promesa de nuestra morada celestial también depende de permitir que el Dios Trino more en nuestras vidas y que tenga control de todo. Depende de amarlo, y guardar su Palabra: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19).

“… voy, pues, a preparar lugar para vosotros” es lo que Jesús hará inmediatamente. Al final del capítulo 14, Jesús sale del aposento alto hacia el Getsemaní, y de allí llega a la cruz, ¡al lugar donde prepararía el lugar para nosotros! 
 
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