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DEVOCIONALES

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PASOS HACIA LA LIBERTAD

El libro de Éxodo ha fascinado tanto a creyentes como a incrédulos a través de los siglos. Existen pocas historias bíblicas que han capturado la imaginación de la gente de diferentes épocas, culturas y creencias religiosas.

Christian Sarmiento ha escogido ver a Éxodo no sólo como una historia del pasado. En las páginas de este libro devocional, él nos lleva de vuelta a examinar momentos críticos en la historia de los hijos de Israel y de esos momentos resalta principios de vida para hoy.

Usted descubrirá una verdad que trasciende el tiempo y las circunstancias. A medida que lea estos pensamientos devocionales, encontrará verdades eternas para su caminar diario. Viajando a la par del pueblo de Dios de la antigüedad sentirá al Dios de ellos a su lado.

Duración 124 días

PASOS HACIA LA LIBERTAD
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17).
Lecturas adicionales: Proverbios 1:19; 21:26; Isaías 57:17; 1 Timoteo 6:10.

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Este mandamiento es otra orden de Dios. Tenemos una sola opción ante esta orden: ¡Obedecerla!: “No codiciarás” (v. 17a). Jesús nos amonesta a examinar lo que hay en nuestro corazón, es allí donde codiciamos: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:34).

Definición de codiciar: “Desear o buscar algo para gozarlo como propio”. No somos dueños, sólo somos mayordomos: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmo 24:1).

Codiciar es el acto de llenar el corazón con cosas, personas, títulos, ciencia, etc., y hacerlos “señores” [dueños] de nuestra vida. La codicia produce guerras, divorcios, y toda clase de males: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:1-3).

Limpiemos nuestro corazón de todo lo que hemos “codiciado”. “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8-9).

Hoy oro para que tengamos contentamiento. Oro para que estemos satisfechos con lo que Dios nos ha dado. Oro para que “busquemos ante todo” el reino de Dios, sabiendo que Él nos dará las añadiduras que necesitemos para su Reino.

 

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