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DEVOCIONALES

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¿Quién quiere perder a su primogénito?

Estudio del libro de Génesis

Duración 233 días

¿Quién quiere perder a su primogénito?
“Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país” (Éxodo 11:9-10).
Lecturas adicionales: Levítico 22:32; Isaías 5:16; Ezequiel 38:16; Mateo 6:9; 2 Timoteo 2:21; Hebreos 10:29.

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1. El costo de la terquedad y desobediencia de Faraón fue grande para Egipto: “y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón... hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino...” (v. 5). Si somos desobedientes y tercos a la voz de Dios nos costará mucho, no sólo a nosotros sino también a otros.
2. La terquedad y desobediencia de Faraón desencadenaron un gran dolor en Egipto: “Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá” (v. 6).
3. Nuestra terquedad y desobediencia le costaron un gran dolor a Dios: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
4. Muchas veces tomamos el pecado como algo liviano. Como dicen: “peco, rezo y empato”. Pero la verdad, es que todo pecado trae separación en nuestra relación con Dios, trae dolor al corazón de Dios, a nosotros y a los que nos rodean. Y de lo que no nos damos cuenta es que a veces las consecuencias del pecado se extienden por generaciones.
5. Dios nos ha dado el camino a través de la muerte de Jesús; del Espíritu Santo; de la obediencia a su Palabra y de la oración, para que podamos vivir una vida santa delante de Él.

Hoy oro para que pensemos en el dolor por la pérdida de un hijo primogénito. Oro también para que pensemos en el amor de Dios que dio a su Hijo unigénito.
 
 
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