Jesús se identifica con nosotros: “Y aquel verbo fue hecho carne”.
No hay ninguna tentación que hayamos experimentado que Jesús no haya derrotado con el poder de Dios.
Además, Jesús en la cruz del Calvario derrotó potencialmente todas las tentaciones que pudiéramos tener.Al ser hecho carne, Él demostró que una persona puede vivir sin pecado si depende 100% todo el tiempo de Dios y del poder del Espíritu de Dios que reside en ella.
Jesús no sólo se identificó con nosotros, Él “habitó entre nosotros”.
La frase “habitó entre nosotros” literalmente dice: “Acampó entre nosotros”.
Juan toma la figura y experiencia de los israelitas de vivir en tiendas de campaña durante el Éxodo y la aplica a Jesús.
Juan expresa que Jesús moró en el tabernáculo de su cuerpo. Dios bajó a un tabernáculo (templo) humano, lo llenó, e hizo un nuevo Éxodo para llevar a todo un pueblo a la nueva tierra prometida.
Jesús vino a inaugurar una nueva dispensación en donde todos nosotros podemos convertirnos en tabernáculos, en templos del Espíritu Santo. La gloria de Dios se posa sobre nosotros y nos dirige todo el tiempo hacia la patria celestial.
Como iglesia, estamos en el nuevo éxodo, con Dios morando en nosotros (sus nuevos tabernáculos), dirigiéndonos a la patria celestial.