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DEVOCIONALES

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PASOS HACIA LA LIBERTAD

El libro de Éxodo ha fascinado tanto a creyentes como a incrédulos a través de los siglos. Existen pocas historias bíblicas que han capturado la imaginación de la gente de diferentes épocas, culturas y creencias religiosas.

Christian Sarmiento ha escogido ver a Éxodo no sólo como una historia del pasado. En las páginas de este libro devocional, él nos lleva de vuelta a examinar momentos críticos en la historia de los hijos de Israel y de esos momentos resalta principios de vida para hoy.

Usted descubrirá una verdad que trasciende el tiempo y las circunstancias. A medida que lea estos pensamientos devocionales, encontrará verdades eternas para su caminar diario. Viajando a la par del pueblo de Dios de la antigüedad sentirá al Dios de ellos a su lado.

Duración 124 días

PASOS HACIA LA LIBERTAD
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo 3:10).
Lecturas adicionales: Génesis 2:2; Mateo 11:28; Hebreos 4:10.

¿Qué principios me enseña la biblia?

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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Examinemos algunos principios bíblicos acerca del llamado de Dios: Dios nos invita a ir a Él. No nos invita a “hacer”, sino a estar con Él y a ser partícipes de su naturaleza: “Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). ¡El llamado es a descansar en Él! Cuando descansamos en Él, entonces comenzamos a escucharlo.

Una vez que vamos a Dios y experimentamos su presencia y la transformación de nuestra vida, tenemos su “senti r” y “corazón”; entonces, Él nos envía: “y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (v. 10). Dios siempre es muy claro en el llamado que nos hace. Su llamado no es ambiguo, su llamado no es inconsistente con lo que Él es, con su carácter.

Ante el llamado de Dios debemos responder como el salmista: “Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa” (Salmo 101:2). La claridad de entender su llamado a “ser” (“el camino de la perfección”) comienza en “mi casa”. Es allí donde demostramos la “integridad de corazón”.

El llamado de Dios a Moisés lo hace hoy Jesús a cada uno de nosotros: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

Una vez que Dios nos envía y nos da una misión, aunque nosotros pongamos excusas, Él tiene la certidumbre (seguridad) que nos garantiza que cumplirá la misión por medio de nosotros (Éxodo 10:11-14).

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